El paseo del dolor
Las vacaciones deberían ser para disfrutar y pasear con ilusión conociendo nuevos lugares y experiencias y para relajarte y descansar. No siempre y por desgracia podemos escribir nuestro destino. A veces y por circunstancias ajenas surgen otras inesperadas que te cambian el destino de tus vacaciones. A mí me ha pasado este verano. Ya debido a mi grave enfermedad que tuve en 2001( una parálisis súbita con 31 años), tuve una complicación recientemente y me estoy pasando el verano paseando por el hospital con unos horribles dolores. Visto así, parece un poco terrible, pero ya estoy habituado al dolor crónico, quizás también a no poder disfrutar al cien por cien como me gustaría, pero el ser humano tiene esa capacidad de reaccionar ante la adversidad que le puede aparecer en la vida y sacar la parte más positiva de todo ello. Por ejemplo, este verano he pasado por mi tierra natal (Ávila) y he podido disfrutar de mi familia y de mis amigos, a los cuales hace mucho tiempo que no veía. Curiosamente y por las casualidades de la vida, esta semana recibí una llamada de unas personas desconocidas y angustiadas porque a un hijo suyo les había pasado algo parecido a mí. Bueno, partiendo de lo que ya conozco, aprovecharé para volver al hospital de parapléjicos de Toledo a dar ánimos e ilusión, todos aquellos que yo también recibí de conocidos y menos conocidos. Creo que aunque suframos debemos de recordar lo positivo y las pequeñas cosas que nos pueden hacer disfrutar en esta vida. Sólo con eso podemos llegar a ser muy felices. Un verano un poco atípico cuyos paseos pueda resumirlos sin querer, eso sí sin verlo como algo traumático como “el paseo del dolor”.
Las vacaciones deberían ser para disfrutar y pasear con ilusión conociendo nuevos lugares y experiencias y para relajarte y descansar. No siempre y por desgracia podemos escribir nuestro destino. A veces y por circunstancias ajenas surgen otras inesperadas que te cambian el destino de tus vacaciones. A mí me ha pasado este verano. Ya debido a mi grave enfermedad que tuve en 2001( una parálisis súbita con 31 años), tuve una complicación recientemente y me estoy pasando el verano paseando por el hospital con unos horribles dolores. Visto así, parece un poco terrible, pero ya estoy habituado al dolor crónico, quizás también a no poder disfrutar al cien por cien como me gustaría, pero el ser humano tiene esa capacidad de reaccionar ante la adversidad que le puede aparecer en la vida y sacar la parte más positiva de todo ello. Por ejemplo, este verano he pasado por mi tierra natal (Ávila) y he podido disfrutar de mi familia y de mis amigos, a los cuales hace mucho tiempo que no veía. Curiosamente y por las casualidades de la vida, esta semana recibí una llamada de unas personas desconocidas y angustiadas porque a un hijo suyo les había pasado algo parecido a mí. Bueno, partiendo de lo que ya conozco, aprovecharé para volver al hospital de parapléjicos de Toledo a dar ánimos e ilusión, todos aquellos que yo también recibí de conocidos y menos conocidos. Creo que aunque suframos debemos de recordar lo positivo y las pequeñas cosas que nos pueden hacer disfrutar en esta vida. Sólo con eso podemos llegar a ser muy felices. Un verano un poco atípico cuyos paseos pueda resumirlos sin querer, eso sí sin verlo como algo traumático como “el paseo del dolor”.
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