martes, 23 de febrero de 2010

La enseñanza superior. La Voz de Galicia


La enseñanza superior
Y después de la tempestad viene la calma. El dedo de Aznar ha dado mucho que hablar sobre su actitud, pero poco se ha comentado el tipo de alumnos que tienen los centros de enseñanza superior.
Que podremos esperar de una alumna de derecho que delante de los medios de comunicación profiere insultos, en vez de preocuparse de estudiar, que quizás sería lo que debería de estar haciendo si su centro es visitado por alguien poco deseado para ella.
El resto de descerebrados que poblaban dicha reunión, se pueden llevar el mismo discurso. La reflexión deja patente la patética situación que tiene la enseñanza superior de nuestro país donde la educación, el respeto, el amor al estudio y donde hasta las propias paredes universitarias debían imponer respeto, se han visto suplantadas por sujetos sin escrúpulos, que faltan el respeto a todo lo que encuentran por delante, generaciones de señoritos que lejos de preocuparse por sus estudios viven sumidos en asociaciones nada relacionadas con su verdadera responsabilidad, que no es otra que cursar sus estudios.
No sé muy bien si los docentes son capaces de controlar esta deplorable situación, o si algunos de ellos contribuyen a la causa, cosa que no me asombraría, porque la educación universitaria vive una crisis mucho más grave que la económica en el momento actual.
Desconozco si los docentes responsables de la universidad de Oviedo han tomado nota y han aplicado la normativa universitaria por insultar y cometer semejantes disturbios dentro del centro, pero me temo que esto sólo constituye la punta del iceberg de lo que esconden los centros universitarios. Para mí ese lado oscuro, prefiero no conocerlo, porque me sume en una gran tristeza y me temo que el dedo de Aznar fue lo más anecdótico, pero por desgracia lo más comentado. Quizás lo único positivo sea pensar que son minorías.
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lunes, 1 de febrero de 2010

NOSTALGIA. LA VOZ DE MIRÓBRIGA.



Nostalgia
Los recuerdos de la infancia dejan huella. Cuando era pequeño, recuerdo que antes de levantarme de la cama en mi Ávila natal, podía escuchar el sonido de la calle con los coches y el sonido de las cadenas sobre sus neumáticos, que era patognomónicos de una nevada nocturna.
Era la década de los ochenta, donde las nevadas en la capital abulense eran muy típicas y abundantes, dejando bellas estampas blancas durante días y a veces semanas.
Mis paseos al colegio con unas botitas azules que me llegaban hasta las rodillas, a veces insuficientes para las cantidades de nieve que se acumulaban en las calles.
Obviamente caminaba por las propias carreteras en las calles, porque a veces eran caminos intransitables para los coches.
Era feliz viendo esos caminos llenos de nieve, porque sabía que en el patio del colegio Diocesano, situado en el centro de la ciudad, jugaríamos elaborando trineos caseros, donde disfrutaríamos de unas mañanas agradables y muy frías.
Recuerdo que al caerme por las calles, que era muy frecuente, antes de pararme a pensar si me había dañado la caída, primero miraba a todos los lados para asegurarme de que nadie me hubiera observado y mi grado de vergüenza cobrase protagonismo.
Los niños éramos así y primaba la vergüenza sobre los daños.
Son estampas de nostalgia y que en estos gélidos días de invierno afloran al recuerdo.
Con una imagen poco habitual desde las cercanías de Santiago de Compostela os dejo con el recuerdo de que la nieve puede llegar a lugares inhóspitos.

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http://www.lavozdemirobriga.es/