martes, 14 de abril de 2009
A nuestros queridos mayores. Un recuerdo a la vejez.La Voz de Miróbriga.
A nuestros queridos mayores. Un recuerdo a la vejez.
Ellos nos vieron nacer, nos han visto crecer y nosotros los veremos morir.
Es la ley de la vida, pero nuestra sociedad no es consciente de que las personas conforme van envejeciendo es como si los metiéramos en el cajón de los olvidos y no quisiéramos saber nada de ellos. A pesar de incluirme en la lista es cierto que al pasar por las residencias donde muchos de ellos pasan sus últimos días sí que consigo al menos recordar que existen. El aspecto que más destaco de ir envejeciendo es el acumulo de los recuerdos. Quizás sean las personas de las que más se puede aprender y a las que menos se recurre para solucionar muchos de los problemas del día a día. Otro problema de nuestra absurda sociedad es la capacidad de olvidar y en muchos casos despreciar los bienes más preciados. En el caso de nuestros mayores es el poder introducirnos con facilidad en el pasado y aprovechar su enorme y apreciada experiencia. Quien puede saber más que no sea la persona que más años lleve viviendo?. Quizás en el egoísmo que caracteriza nuestros tiempos y que yo veo cada día con más claridad una característica estándar es no apreciar a las personas por lo que puedan aportar sino por su fachada, su condición social o económica olvidando la intelectual. Eso crea una falsa sociedad en la que la cadena de la estupidez nace y muere en la propia estupidez.
Mis queridos mayores: poco os perdéis en esta absurda y ridícula sociedad del consumo que día a día camina a ninguna parte, se estrella contra sus propios muros y quizás sólo pudiera salvarla algún día alguna mente con tan sólo dos neuronas bien conectadas. Lo cierto es que si no buscamos sentido a la vida nunca caminaremos por el lugar más adecuado, eso nuestros mayores lo saben mejor que nadie. Estas palabras son sólo un reconocimiento a las personas que llegan a la vejez para transmitirles que son los que más nos pueden aportar, pero a los que casi nadie reconoce.
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