Hay
algo que nadie puede dudar, y es que en nuestra comarca y alrededores se
esconden rincones variopintos, donde la naturaleza, el paisaje y la flora es
envidiable para los habitantes de las
grandes urbes, que no son conscientes de lo que se pierden día a día.
Una mañana de otoño, pero con temperaturas de verano he salido a pasear,
tomando dirección norte, buscando el camino del Duero. A pocos kilómetros de
Miróbriga, descubro junto a la carretera un buitre, estratégicamente situado,
no se inmuta ante la presencia de mi coche.
Pasados unos kilómetros, consigo
esquivar una enorme culebra, que se cruza en mi camino algo descuidada. Milanos
y aguiluchos sobrevuelan el coche, de forma caprichosa, como si quisieran
transmitir lo libre que es volar. Quizás la parte más atractiva es el descenso
al Duero, siempre majestuoso y a la par silencioso, rodeado de bonitos olivares
y naranjos, entre otros espectadores silenciosos.
De una forma abrupta, se
rompe la campiña salmantina, para dejarnos la magnitud de los cañones del
Duero. Es uno de mis viajes favoritos, no solo por el paisaje, también por la
mudanza brusca de temperatura y el silencio entre otros fenómenos, es como reiniciarte y encontrar el paraíso repentinamente,
alejado del propio ser humano, del bullicio, de los problemas del día a día,
pareciendo dejar algo más distanciado el estrés, y los problemas rutinarios que
muchas veces parecen quedarse fijados en nuestro cerebro, sin querer
abandonarnos.
Queridos
lectores, cada uno puede elegir su paraíso favorito, porque Miróbriga esconde
un secreto que pocas localidades pueden disfrutar, cualquier destino que
selecciones, puede ser un viaje al paraíso.
Publicado en: Opinión. La voz de miróbriga.Edición impresa. Día 12 de Octubre de 2012.
Source: http://www.lavozdemirobriga.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario