Nouriel Roubini nos cuenta que se aproxima la tormenta perfecta, y la vaticina para el próximo año, pero desde que Europa abrió la caja de los truenos desde Grecia, todo ha sido una cadena de inconpetencia y desastre, cargado con un tinte dramático, cuyas consecuencias están por venir.
En Francia llegan vientos de cambio, pero lo hacen tal vez demasiado tarde, porque los nubarrones ya se han formado y no hay voluntad de huir de ellos para vislumbrar el anticiclón deseado.
Allá por 2002, cuando se festejaba la entrada en la moneda única, nadie anticipaba que la unión monetaria había nacido sin cimientos, y que los ciclones aparecen por ciclos como la economía, y el cielo azul ha durado cerca de una década.
Una década plagada de prosperidad, crecimiento y alegría, pero nadie presagió que los ciclones y las tormentas pueden tardar en aparecer, pero siempre lo hacen.
La historia cuenta que las amistades con los germanos nunca han acabado de forma festiva y ésta vez no será diferente.
El euro, o mejor dicho el "marco" disfrazado en forma de trampa ya comienza a dar sus frutos,esos que los del sur precisamente no observabamos y que ya se sienten en forma de castigo, como si hubiesemos comido la manzana prohibida de la leyenda de Adán y Eva.
Y digo leyenda porque al tal Adan o a Eva nunca los conocimos.
Pero si hablamos de todopoderoso, ese es el dinero, el mayor y sagrado tesoro preciado del ser humano, y con ese no se juega.
De ahí que cite el post como "el último verano de europa", que además de un interesante y atractivo libro escrito en 2004, cargado de historia e interés se trata de éste post de blog y si me pregunto que significado tienen dichas palabras, mi respuesta es incierta, pero se tratan de un mal presentimiento, y normalmente lo de presentir me suele salir por desgracia muy bien...
Continuará...
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