Mi adolescencia y
juventud la pase entre libros y en muchos ratos libres paseando con mi padre.
Casi todas las tardes
paseábamos por pequeños caminos de tierra junto a las vías del tren en mi Avila
natal.
Unos días charlábamos
y otros simplemente caminábamos. Hacíamos largos paseos donde, por momentos
podías hacer volar la imaginación. Los raíles de las vías me inspiraron en
poder comparar la vida con un viaje en tren.
Todos cuando nacemos
sacamos el billete. Sabemos que ese billete tiene un recorrido. Unos más largos
que otros. Los viajes son diferentes. Unos van en segunda y otros en primera.
En ciertos momentos
compartimos vagones y experiencias con nuestros pasajeros. Aparecen las
primeras estaciones y unos bajan para tomar otro tren y otro destino. Quien, en
algún momento de su vida no pensó alguna vez ¿porque no baje de ese tren?
El viaje, a veces es
ameno y otras veces se hace largo y duro. Llegan estaciones principales y,
antes de llegar, ya sabemos si continuamos o vamos a cambiar de tren. En esas
estaciones se cruzan cientos de vidas y experiencias.
Todos nos miramos, a
veces con gestos de complicidad y otras simplemente sin saber el porqué.
En algún momento de
ese viaje conocemos a nuestros amigos y a nuestra media naranja. El viaje
continua y las estaciones mas o menos importantes van pasando. Siempre miramos
en algún momento hacia atrás, porque no tenemos la certeza de estar en el tren
ideal. Nos preguntamos por todos esos viajeros que conocimos y que bajaron en
otras estaciones.
Pero algo nos hace
recordar que el billete que llevamos tiene un recorrido.
Conforme avanzamos
parece como si no quisiéramos ver hacia adelante. Existe una estación que nadie
conoce y corresponde al final del trayecto. Casi todos tenemos seres queridos y
amigos que ya están en ella.
Seguramente nos están
esperando, de pie, sentados, solos o acompañados.
Mi padre, mi gran
compañero en los paseos de mi adolescencia ya esta allí con ellos.
Pero, queridos
lectores, lo que os he contado es un relato fruto de mi imaginación de
adolescente que me ha venido a la mente y os lo cuento porque creo que a veces
puede ser real.
El relato se lo dedico
a mi padre, pero os lo dedico a todos los lectores que aún recordáis a vuestros
seres queridos, y porque sabéis que ciertos recuerdos nunca se olvidan.
Publicado por javier en: la voz de Mirobriga. dia 2 november 2012.
Link: http://www.lavozdemirobriga.es/