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Cuento de Navidad.
Esta pasada semana, mientras paseaba por La isla de la toja, en Pontevedra, me imaginaba inmerso en un paraíso de sirenas, hadas y piratas. Un mundo en el que recuerdo a los niños que caminan por la vida perdidos. En ese mundo todos nos sentimos a veces un poco niños. En la isla me he encontrado personas egoístas y que sólo piensan en ser más que los demás, portaban miradas sonrientes y lucían su ostentosidad, se creían los amos de la isla, eran en mi imaginación el capitán garfio. He encontrado una bella niña sonriente caminando junto a la orilla del mar, su mirada era dulce y su verdadero amor es el mar, era Wendy.
Ha llegado volando un diminuto ser con pétalos y alas. Era muy brillante, de bellos colores y ha fijado su diminuta mirada en Wendy: Es campanilla, un hada especial.
Uno de esos personajes ostentosos me ha intentado envenenar, pero campanilla no le ha dejado y ha salido a mi encuentro para impedírselo y me ha salvado la vida. En ese momento me he parado a pensar que “yo sí creo en las hadas”.
He jugado con los niños, estaban todos muy contentos. Yo también lo estaba y me hubiera gustado quedarme en ese paraíso el resto de mi vida, pero no ha podido ser. De repente he despertado y he visto que ya no existen las hadas, porque los niños ya no creen en ellas. En el mundo real nadie las volvió a invocar y ya no nos protegen. Hace años que dejamos morir a campanilla, porque somos demasiados egoístas y los niños de nuestra generación sólo invocan la “play Station 3” o la “Wii” y las hadas no entienden de tecnología.
Los piratas por desgracia han proliferado como moscas, y cada minuto te puedes cruzar con centenares si paseas por cualquier ciudad.
Después de volver a Miróbriga he podido entender a James Matthew, cuando decidió contarnos un cuento y nos hizo pensar que existía una isla llamada nunca jamás. La isla existe y a veces pienso que los niños andan algo perdidos.
Queridos lectores, la navidad está cerca y sería bueno que inventarais un cuento de navidad para vuestros hijos, donde existan las hadas y se las pueda invocar para que vuelvan a renacer y los protejan. Quizás así pudiera volver a nacer un mundo algo más humano. Os dejo con el recuerdo de La isla de La Toja, donde me inspiré en este cuento.
LINK:
http://www.lavozdemirobriga.es/
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